martes, 18 de mayo de 2010

Directos y Fijos

Cubierto de la crema dejada por el hastío frío del invierno, se transformo en un adicto al escalofriante hielo tiritante por las gotas de la mañana. No concreto absolutamente ninguna diferencia con su extraño conocido.
Corría con sus piernas desfiguradas por los vellos de forma perpendicular.
Balbuceaba con cierta lentitud. Característica muy personal.
Sonreía con la boca hinchada de tanta sangre.
No reconocía los colores desperdiciados en su sendero rutinario.

Solitario y con un libro ardiente en sus pulgares, se dispuso por sentarse y recorrer su imaginario transparente, su genio destapado, su codicia realizada.

Ni siquiera lo había visto todo…
Recomenzaba sus días de la mano de un pico rapiño. Desayunaba con sus ganas descubridas dentro del baño. Y cuando llegaba Diciembre colocaba su resina sobre la chimenea y fogueaba su pasado.

Florecía la mitad al otro lado del mar

Opuesto, ingenioso, desconsiderado, desafiante, ilusionista, vibrante, contestarío, refugiado y desaparecido.

No moldeaba sus comisuras si no era con un perro beige
Fantásticamente rodeado de la increíble lujuria del dinero, el juego, el jazz, el licor y diez penetraciones por noche.
Hablaba sobre la pregunta disuelta. Recontestaba sus preguntas y dirigía las del partener.
Fisurado desde las costillas hasta las arterias.

Perfecto desde lo eléctrico y composicional.
Una creciente maquina plateada con dotes gigantescos azules descifrando todo mediante códigos y contraseñas.

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Dejándome salir se escuchaba la voz de una sonrisa que conozco ya hace dos veranos.

Como el nacimiento perfecto donde:
Te encuentran con brazos y una toalla caliente para entibiar el frío punzante del pasado descontracturadamente débil.
Ayudándome a unir mis sueños con finos y sedosos hilos obtenidos de sus dos desiertos de arena de un color ámbar desafiante.
Se van fijando si se cumplen mis expectativas.
El nace y crece de mi lado. Se nutre de mi cuerpo y así se sucede repetidas veces el nacimiento. De sus pestañas, de sus orejas, de sus manos.

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Cuidándome estabas. Tapándome con una manta del color de nuestra gata. Te encontrabas concentrado en no despertarme y en que el ultimo ruido despertara mis sentidos aun latentes del día anterior. Acercaste tu boca, ya sentado en el lado que mas claridad da a la cama, y me besaste el pelo sintiendo que el aroma del primer verano no se fue. Gire mi cabeza para el lado que podía encontrar mas cómodo y así fue que doble esta al lado de mayor luz.
Pude divisar tus piernas, frías y tímidas de la mañana, pero era tan grande la desesperación por querer volver a soñar que discerní de la idea de seguir posándome sobre tus hermosas extremidades de hombre romano.
Tu mano tomo el control de la situación y, como si estuviera conducida por una tranquilidad inhumana, comenzaste por mi cabeza, de forma circular y muy suave. Sentía el cosquilleo en el cuero cabelludo como si miles de hormigas coloradas pisaran fuerte con sus patas llenas de pinches afilados y punzantes. Deliciosa experiencia. Luego seguía el cuello, largo en presencia y débil en actitud. Sus pliegues no permitan el recorrido suave y ligero de la cabeza pero se comenzaba a percibir la suavidad de la espalda. Los hombros firmes y circulantes. Por ultimo la espalda, allí frenaste y el frenesí comenzó por doquier por sobre todo mi cuerpo. Mis extremidades comenzaban a disminuir y aumentar de tamaño de manera anabólica. Mi sexo despertaba totalmente excitado y firme ante cualquier acoso de tu piel. Mi boca comenzaba a percibir las primeras gotas de saliva y mis ojos realizaban fuerza absoluta para no perderse el fantástico body-show sucedido. Mis manos despertaban tan cansadas de la noche y un cerebro reconocía un día mas la cara mas bonita de quien me continuo enamorando experimentalmente cada segundo que paso en mi vida.

No se suele soñar así ...

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