martes, 18 de mayo de 2010

PerFecTo NiRvANA

A lo mejor nunca se imagino que se iba a encontrar frente a ese momento. La naturaleza estaba preparada, sus sentidos también. Recibía, su frescura, la simpleza del aire que corría por las calles de aquella tarde y el fuerte y picante sol destrozaba, de a poco, sus células mientras el gato lamia sus patas.
Atravesando una montaña
rusa no dejaba de tener miedos, inconsistencias y desiguales entre blancos y negros.
No fue que sucedió. Se ignoro. Se presintió. Se exploro. Se interiorizo. Pero todo parecía de un pálido amarillo que jamás imagino lo que podía gozar frente a las estatuas vivientes que observaban su caminar lento y desparejo por el cordón de la vereda.
Parado junto a un poste de luz comenzó a saludar a quien creía estar viéndolo. La observo por un momento pero no descifro su estatura. Parecía mas pequeña que el, con ojos atrapantes, de circular forma. No importaba, el seguía saludando como si fuera aquella compañera de su primaria.
Se noto que cruzaba la calle en su encuentro, circulando entre los automóviles y los camiones llenos de carga de verduras y frutas aterciopeladas. Llego al cordón y se quedo mirándolo. Era poco mas de algunos centímetros mas alta que el. Tenia si, unos ojos atrapantes pero llenos de un dolor bastante oscuro.
No notaron alguna diferencia.
“no creo conocerte” le dijo el primero
“no, no lo creo” contesto la otra
Observándose como perros en celo, oliéndose tras la última gota de perfume que podía llegar a quedar por el fuerte calor, se detuvieron tras el sonido espectacularmente decidido de una moto que cruzaba con ligera firmeza por su costado.
“había un para de labios que conocí como los tuyos”
“disiento de esa afirmación. Los míos son tan parecidos a los míos…” dijo ella imaginando su pelo torneando figuras de animales por el viento.
“Tal vez pueda regalarte alguna margarita” dijo el
“tal vez haya algún pedazo de cielo que quieras alcanzarme” contesto ella con apuro.
“y si te lo traigo? Que harás con el?” pregunto
“cantarle. Bien alto así rompo tus oídos” suspiro ella.
Comenzaban a colgar unas pocas estrellas en el cielo. Debía de apurarse. Conceder su deseo iba a formar parte de su nueva aventura.
Corrió hacia su izquierda. Ella lo siguió por supuesto. Doblo por la derecha en la segunda cuadra. Ello torneo su cuerpo hacia esa misma dirección y allí freno al verlo desplegar unas alas inmensas, de colores maravillosos y de textura incondicional. Quedo maravillada, paralizada, anestesiada. Era hermoso hasta en la planta de sus pies. Soltó una carcajada del tamaño exagerado y el asintió con su cabeza y una pequeña sonrisa como el pasto recién cortado.
“hasta que no aguante la respiración, voy a traerte ese pedacito de cielo”
“hasta que se te agote la ultima respiración voy a estar para atraparte así caes entre mis dedos”
Se perdió en la inmensidad que reflejaban los altos edificios y el gran claro del cielo. No volvió a aparecer por largas melodías románticas.
La súbita noche, esplendorosa por sus colores, comenzó a caer en su cabeza. Ya a la pequeña le picaba la cabeza, tenia hambre, su garganta estaba seca y necesitaba agua desesperadamente. El calor no se sentía pero si la desesperación. Fueron eternas esas horas. No podía moverse. Era una extraña estatua de hielo que había quedado mirando al cielo tras una tormenta.
Allá él perdía velocidad, contenía gran cantidad de frío en sus pies y manos. Se sentía bien por el sonido de aquel lugar. Parecía su casa. La meta estaba aun muy lejana por lo que no iba a suceder el arrepentimiento. Grandes nubes amenzaban los últimos claros del día y la luna lo iluminaba como al mar.
Estiro su mano y pudo rozar una pequeña lluvia. Era suave y dejaba pequeñas sensaciones de chispas en sus manos. Se elevo un poco mas, sabiendo que le quedaba menos oxigeno y en ese alcance rasguño, con las uñas que faltaban cortar de hace días y días y días, el pedazo de cielo. Lo arranco de cuajo y quedo en este ultimo, sus costados, cortados irregularmente y despojados de cualquier preocupación que cualquier niño podría tener al cortar algún papel cualquiera.
Bajo de manera apresurada. Era un avión en picada que no entendía nada.
Al fin ella, con sus lágrimas secas en sus mejillas, lo diviso frente a un amanecer de absolutos colores ámbar. Abrió sus brazos y con su fuerza contenida en ellos sostuvo la mirada en la velocidad del extraño y el pedacito de cielo.
Descendió hasta los huesos de ella y cuando reboto en el suelo dejo caer el regalo al suelo como un papel de caramelo. Ella lo bajo del todo colocándolo en cuclillas ante sus pies y ella deliberadamente se esfumo entre el pedacito celeste que yacía bastante muerto.
Había desaparecido dejando un poco de su color, de su pintura, en la nariz de él y al tocarse se dio cuenta que hermoso color tenia la desesperación.
Se froto su cara de manera asquerosa y quedo en cuclillas dejando que una lluvia acida moje sus ropas, su cara, su transpiración y aquella pintura por sobre su rostro.

“no me concedas ningún deseo mas. Ya obtuve lo que quería” se escribió en el cuerpo del soñante mientras se agoto su ultima suspiro…

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